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sábado, 14 de noviembre de 2015

No Juzgar a los demás ( Papa Francisco )

Con motivo de la apertura del Sinodo de la Familia, el Papa Francisco afirmó que la Iglesia debe «vivir su misión en caridad, que no señala con el dedo para juzgar a los demás, sino que –fiel a su naturaleza como madre- se siente en el deber de buscar y curar a las parejas heridas con el aceite de la acogida y de la misericordia».
pablo (7)La misión de la Iglesia es ser «hospital de campaña» para los heridos en el frente, recordando lo que Jesús afirmó: «No tienen necesidad de médico los sanos sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos sino a los pecadores».
Y lo subrayó con unas palabras de san Juan Pablo II en 1978: «El error y el mal deben ser condenados y combatidos constantemente; pero el hombre que cae o se equivoca debe ser comprendido y amado.
El camino hacia el suicidio de la Iglesia sería precisamente el odio al pecador. No sólo porque existe para él, sino también porque cada uno de sus miembros lo es, como ha recordado tantas veces el Papa.
Por eso, Francisco insistió en que «la Iglesia debe buscarlo, acogerlo y acompañarlo, porque una Iglesia con las puertas cerradas se traiciona a si misma y a su misión; y en vez de ser puente se convierte en barrera».
Es el punto de equilibrio entre las dos posturas extremas que se han hecho notar en las semanas previas al Sínodo: la de quienes detestan a los pecadores y les tratan con actitud hostil, y la de quienes desean que la Iglesia declare que todo está bien, eliminando de ese modo el concepto de pecador. 
Pero la Iglesia existe para recordar que Dios perdona los pecados, y para renovar ese perdón.
Referencia:

El Sínodo de la Familia se cierra sin atender las expectativas del Papa

Las viejas compuertas de la Iglesia crujen y hasta amenazan fractura cada vez que el papa Francisco hace algún intento por abrirlas siquiera un poco. Después de tres semanas de discusiones, el Sínodo sobre la Familia se cerró sin responder a las expectativas creadas. Ni los divorciados vueltos a casar podrán recibir la comunión de forma generalizada –el texto solo pide más comprensión hacia ellos y que se analice cada caso “sin dar escándalo”— ni la jerarquía de la Iglesia parece asumir el mensaje de apertura de Jorge Mario Bergoglio. En su discurso final, el Papa acusó a cardenales y obispos de utilizar “métodos no del todo benévolos” para solventar sus diferencias y advirtió a los más conservadores: “Los verdaderos defensores de la doctrina no son los que defienden la letra sino el espíritu; no las ideas, sino el hombre”.



Aunque el documento final fue aprobado en su conjunto –cada uno de los 94 párrafos obtuvo los dos tercios de apoyos necesarios--, tanto el duro discurso del Papa como la ausencia de avances significativos en la postura de la Iglesia ante las que considera “situaciones difíciles” –divorciados, parejas de hecho, homosexuales— demuestran la fractura que sigue existiendo entre una buena parte de la jerarquía católica y Bergoglio. No hay más que comparar los textos que el Vaticano distribuyó tras la clausura del Sínodo.

El documento final aprobado por los 270 padres sinodales parece un refrito del catecismo y de teorías que ya defendía Juan Pablo II. Tan es así que se considera un avance –en pleno siglo XXI—que el Sínodo pida que se eviten “injustas discriminaciones” hacia los homosexuales y que “es necesario acompañar a las familias con un miembro homosexual”, como si se tratara de una desgracia. Sobre si levantar o no el veto para que los católicos divorciados y vueltos a casar puedan comulgar, el Sínodo tampoco se moja. Dice que se analice caso por caso y “sin dar escándalo”. Una vez leída la ortodoxia absoluta del documento final, el discurso del Papa solo puede ser interpretado como una enmienda a la totalidad y, tal vez, una advertencia.

Referencias:
Artículo de El Pais
Artículo ABC
Artículo ABC - Conclusiones
El sinodo familia en 7 puntos claves