.
No se arruga ante nadie. En su país, Honduras, viaja con escolta por su lucha contra la corrupción y el narcotráfico. Y una anécdota de los años noventa define su espíritu montaraz. Recién nombrado presidente de un comité económico, padeció el ninguneo de los tecnócratas. «No querían hablar conmigo. Decían que los curas no sabemos economía. Me dije que eso no volvería a pasar y me puse a estudiar economía por mi cuenta». Tanto estudió que Juan Pablo II le encargó analizar la deuda del Tercer Mundo, y acabó convirtiéndose en el azote del Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional. Su nombre sonó dos veces como papable. Hoy es la mano derecha del Papa. Su guardaespaldas intelectual
Salesiano de 72 años, el cardenal Óscar Rodríguez Maradiaga es arzobispo de Tegucigalpa y presidente de Cáritas Internationalis. Coordina el llamado C9, el consejo de nueve cardenales que ayuda al Papa en la reforma de la curia. Cuenta así cómo nació la idea. «En el último cónclave hubo mucho descontento por la información que no le llegaba a Benedicto XVI. El escándalo de Vatileaks sucedió porque el Papa estaba muy aislado. Surgió entre varios cardenales el deseo de que hubiese otra fuente de información, un equipo de cardenales de los cinco continentes que tuviesen acceso directo al Papa sin pasar por el filtro de la Secretaría de Estado». El C9 funciona como una especie de consejo de administración de una gran empresa, al margen de la burocracia vaticana. «El Papa es un flujo volcánico de ideas», explica.
El C9 las canaliza. El objetivo es que el gobierno de la Iglesia esté al cabo de la calle. Por eso se prefieren los sínodos (multitudinarias asambleas de obispos) sobre temas de actualidad, como la familia, antes que los conductos reglamentarios de prefecturas y dicasterios. Es decir, grandes tormentas de ideas antes que las intrigas de la curia. Apasionado de la música clásica, Maradiaga toca el saxofón, el piano y la guitarra; e incluso dirigió una orquesta en el seminario. Estudió Teología, Filosofía, Psicología Clínica y Psicoterapia. Habla seis idiomas y tiene el título de piloto de aviación. ¿Progresista? «Hay poderes a los que no les gusta que se digan ciertas cosas sobre los pobres, sobre las consecuencias de la globalización, sobre la idolatría del dinero, sobre el mercado divinizado que se convierte en una verdadera esclavitud», declaró a La Stampa. Hace unos meses publicó en España su último libro, Sin ética no hay desarrollo (Narcea), en el que arremete contra la política de austeridad. «La austeridad en sí no es una cosa mala», pero hoy, «por la interpretación que se hace en ámbitos políticos y económicos, se ha convertido en una palabrota». Y añade: «Ha provocado una aceleración de la desigualdad con un aumento de la pobreza».
XLSemanal. Señor cardenal, ¿qué planes tiene el Papa para la Iglesia? ¿Nos los puede desvelar usted?
Óscar A. R. Maradiaga. Estoy firmemente convencido de que la Iglesia está ante el umbral de una nueva era. Exactamente igual que hace 50 años, cuando Juan XXIII hizo abrir las puertas y ventanas de la Iglesia para dejar que entrara el aire fresco. El Papa Francisco quiere llevar la Iglesia en la misma dirección hacia la que el Espíritu Santo lo lleva a él: hacia una mayor cercanía con las personas, no entronizado sobre ellas, sino vivo en ellas. La Iglesia, conviene no olvidarlo, no es una institución creada por los hombres, sino obra de Dios. La mano del Señor actuó durante la elección que hicimos en marzo de 2013.
XL. Pero ¿qué puntos concretos persigue el Papa?
Ó.A.R.M. Sobre todo, que el estilo de vida y de liderazgo en la jerarquía eclesiástica sea más sencillo, empezando por los obispos y terminando por los sacerdotes. No podemos quedarnos sentados en nuestros despachos y esperar a que la gente venga a nosotros. Tenemos que ser nosotros los que vayamos a ellos. Es una forma nueva de vernos. Aunque no, en realidad, no es nada nueva. La encontramos en el mensaje de Jesús, pero se nos había olvidado.
XL. ¿Eso significa dar prioridad a la acción pastoral?
Ó.A.R.M. Más acción pastoral que doctrina, sí. La doctrina eclesiástica, la teología, es algo que nos viene dado, pero tenemos que asegurarnos de que somos capaces de llegar con ella a las gentes sencillas. Otra preocupación del Papa es la misericordia, una forma distinta de atender al mundo, especialmente a los que sufren.
XL. Usted habla de Iglesia «de la misericordia», pero algunos la perciben como poco misericordiosa, por ejemplo, con los divorciados que se vuelven a casar...
Ó.A.R.M. Sobre el matrimonio, Cristo dijo: lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre. Es una frase clara y firme. Pero hay muchas formas de interpretarla. Cuando se produce el fracaso de un matrimonio, podemos preguntarnos por ejemplo: ¿realmente estaban los cónyuges unidos en Dios? Es decir, hay mucho margen para una interpretación más profunda. Pero lo que no se puede hacer es ir en la dirección de afirmar que lo que hoy es blanco mañana es negro.
XL. En este sentido, el Papa ha encargado que se consulte a los católicos acerca de la familia, la moral sexual...
Ó.A.R.M. Cuando lo supe, le pregunté al Sumo Pontífice: «¿Por qué otro sínodo sobre la familia? Ya hicimos uno en 1980 y tenemos la hermosa exhortación apostólica Familiaris consortio, de Juan Pablo II, de 1983».
XL. ¿Y qué le respondió el Papa Francisco?
Ó.A.R.M. Que ya han pasado 30 años. Para la mayoría de las personas, la familia de entonces ya no existe. Y es cierto: tenemos separaciones, tenemos familias patchwork, muchos padres y madres solteros, fenómenos como las madres de alquiler, matrimonios sin hijos. Tampoco hay que olvidarse de las parejas del mismo sexo. En 1980 ni siquiera se podía intuir su existencia. Todo esto exige respuestas, soluciones para el mundo de hoy. Y no basta con decir: ya tenemos la doctrina tradicional. Evidentemente, la doctrina tradicional perdurará, pero los retos pastorales exigen respuestas acordes a los tiempos. Y estas respuestas ya no vienen del autoritarismo y el moralismo. ¡No es una 'nueva evangelización', no lo es, no!
XL. Su compañero el cardenal Gerhard Ludwig Müller, en su condición de prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, tiene un concepto más elevado de la autoridad de la Iglesia y se muestra contrario a cualquier flexibilización...
Ó.A.R.M. [Ríe]. Lo he leído. Y pensé: «De acuerdo, a lo mejor tienes razón, pero a lo mejor no». Quiero decir que le entiendo: es alemán... sí, tengo que decirlo, alemán; además, es profesor, un profesor alemán de Teología. En su mentalidad solo existen lo correcto y lo equivocado, nada más. Pero yo digo: «El mundo, hermano mío, el mundo no es así. Tienes que ser un poco flexible cuando escuchas otras voces, debes serlo para no limitarte a escucharlas y decir: 'No, aquí hay una pared, un muro'». Creo que llegará a entender otros puntos de vista.
XL. ¿Le ofrecerá su consejo?
Ó.A.R.M. Todavía no hemos hablado. Pero hablaremos, seguro.
XL. Con el Papa sí habla usted. ¿En qué punto se encuentra la reforma estructural que el Sumo Pontífice espera de la comisión que creó con usted y otros siete cardenales?
Ó.A.R.M. ¡Bien, cambiemos de tema! Por supuesto que hay que transformar muchas cosas en la Iglesia. El Papa lo sabe, yo lo sé, y el Colegio Cardenalicio también era consciente de ello. Las estructuras están al servicio de las personas, pero cuando el mundo cambia tan rápidamente también tienen que hacerlo las estructuras de gobierno de la Iglesia, la curia. Es una tarea compleja. Estamos en plena fase de debate, reuniendo consejos y opiniones de expertos. Vamos paso a paso.
XL. La propia administración es el enemigo natural de las reformas administrativas... ¿Está percibiendo usted reservas u oposición por parte de la curia hacia su comisión?
Ó.A.R.M. Sí. Pero en la curia también hay bastantes personas que nos dicen que las cosas no pueden seguir como hasta ahora. La curia no es en absoluto un bloque monolítico. De todas nuestras reflexiones surgirá un nuevo ordenamiento de la curia, que sustituirá a la vigente constitución apostólica Pastor Bonus de Juan Pablo II, del año 1988. Así que no se trata solo de una modificación o una adaptación de este documento, sino de algo completamente nuevo.
XL. ¿No teme que el Papa, con 77 años ya, no tenga tiempo suficiente para llevar a cabo todos estos cambios?
Ó.A.R.M. Creo que, por un lado, ya hemos alcanzado un 'punto de no retorno'. Por el otro, el Papa tiene una energía que no deja de sorprenderme. ¿Sabe?, estuvimos hablando antes del cónclave y me dijo: «Yo ya tengo preparada mi carta de renuncia». Pero luego salió del cónclave elegido Papa y desde entonces está como transformado.
XL. Se llegó a decir que tenía problemas pulmonares.
Ó.A.R.M. Aquello era propaganda negativa con la que alguien del 'círculo interno' del cónclave buscaba perjudicarlo. Una vez, mientras comíamos, me dirigí al futuro Papa y le comenté que se decía que solo tenía un lóbulo pulmonar y que su salud estaba debilitada. Se echó a reír: «¡Qué va! Tuve un quiste. Me lo extirparon... y arreglado». Luego me pasé de mesa en mesa diciendo: «¡Escuchad! Los que decís que Bergoglio solo tiene un pulmón estáis equivocados».
XL. Su estrecha conexión con el Sumo Pontífice hace que los católicos más conservadores lo definan como «un consejero principal demasiado locuaz». A la comisión de la que usted forma parte se la llama la 'banda de los ocho' de Bergoglio. Todo esto es señal de una oposición bastante importante al nuevo Papa.
Ó.A.R.M. Importante quizá, pero no muy numerosa. La mayoría de los católicos están con el Papa. Su rival son las personas que no conocen la realidad. Por ejemplo, en los círculos económicos de Estados Unidos hay un gran revuelo por las críticas al capitalismo expresadas por el Sumo Sacerdote en su encíclica. ¿Y quién dice que el capitalismo sea perfecto? ¿A quién ha afectado la reciente crisis de los mercados? No a los países pobres, sino a la rica Norteamérica, a la rica Europa. Y esta crisis no ha sido una invención de la teología de la liberación ni tampoco consecuencia de la llamada 'opción por los pobres'. El que se equivoca es el que no critica el capitalismo, no el Papa. Pero, mire, lo critican a él y se escandalizan. Yo, por mi parte, simplemente intento hacerle caso a mi conciencia. Francisco siempre ha sido coherente con sus llamamientos a una Iglesia pobre y con su forma de vida, tanto cuando era sacerdote jesuita como luego de arzobispo, o ahora como Papa.
XL. ¿Quiere decir que se opone a las residencias episcopales opulentas o las bañeras de lujo, como la del obispo alemán de Limburgo, apartado de su cargo por el Papa por sus gastos suntuosos en la renovación de su residencia?
Ó.A.R.M. A las personas que, como él o como yo, venimos de Latinoamérica nos cuesta aceptar esas cosas. Una ducha, un inodoro... con eso basta. Al menos le basta a la mayoría de la gente. Y al Papa también, ya sabe que es lo tiene en su apartamento, unas dependencias con solo tres habitaciones. Me gustó mucho una cosa que Francisco dijo en la festividad de Todos los Santos: «Nunca he visto un camión de mudanzas detrás de un cortejo fúnebre».
La mano derecha
El Papa entendió enseguida que al Vaticano le falta agilidad. La curia es mastodóntica: cientos de cardenales, nueve congregaciones, tribunales... Difícil plantar la semilla de cambio en un terreno tan yermo. Además, hay división entre aperturistas liderados por Maradiaga e inmovilistas que cierran filas en torno a Mueller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe. La misión encomendada por el Papa a Maradiaga, al que le unen años de amistad, no es tanto servir de pararrayos ante posibles intrigas como tender puentes.
Y el Consejo de los nueve
De la necesidad de rodearse de un equipo cercano surgió la idea del consejo, casi un gabinete ministerial, con reuniones frecuentes (cada pocos meses) para lo que se estila en el Vaticano. Las reuniones del C9 se desarrollan, según el cardenal Monsengwo, «en libertad». Se le da la palabra a todos. Pero el Papa no quiere discursos, sino discusiones y reflexiones. Y sobre todo escucha. Llega el primero y no tiene reparos en pedir consejos o dar indicaciones. Deja las cosas claras para que no haya que 'adivinar' sus intenciones.
Referencia: